10 de noviembre de 2012

El Dolor Disminuye...La Ira Crece

Ese día fue diferente al abrir la misma puerta de siempre. Algo se congeló en mi interior, no entendía muy bien lo que pasaba. Tomé la carta que había en el suelo y me dispuse a leer su interior. Su autor me sorprendió, no había tenido noticias de él, y esperaba no tenerlas en mucho tiempo. Las cosas repentinas sólo pueden traer malas noticias. 
Por fin pude empezar a leerla...aunque cada palabra que mis labios pronunciaban era una puñalada más en mí, hasta que llegó la estocada final: directa al corazón, sin anestesia y de frente. 
Volví poco a poco en mí, seguía sin creerlo ni entenderlo... ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Y por qué yo?
Mis lagrimas empezaron a derramarse por mis mejillas. Todo el pasado no era más que eso, eso y un simple recuerdo que, al parecer, a él ya no le importaba lo más mínimo. 
Por lo visto ahora decirle la verdad a los amigos es destruirlos... Y las casualidades son alegrías de las  desgracias de los demás. 
Todavía siento como si todo lo que ha pasado fuera un sueño, pero por desgracia es la realidad, una realidad que duele como puñal en el corazón y se vuelve ira a cada minuto. 

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