2 de septiembre de 2013

Pesadilla

Entró en la habitación despacio, con miedo de saber lo que allí iba a encontrar. Él estaba sentado en el borde de la cama inmóvil.
Alegre y decidida, se acercó por detrás y saltó sobre la cama. Se extrañó porque él no hizo ni el más mínimo gesto de sorpresa, de hecho, no hizo ninguno. Con cara de circunstancia, colocó sus manos sobre su cintura y comenzó a darle con los dedos índices, esperando sí esta vez una respuesta. Fue la misma. Su nerviosismo aumentaba y empezó a zarandearlo hasta el punto de que su misma fuerza la despertó. 

Abrió los ojos tan rápido que se mareó. Cuando ya pudo ser consciente de su estado y de dónde se encontraba, se dio cuenta que todo había sido una pesadilla. Aunque la angustia empezó a sobrecogerle cuando fue capaz de comprender que, aunque pesadilla, todo había sido una representación de la realidad. Así se había comportado él la última vez que se vieron: indiferente y distante. 
Se incorporó sobre su cama y encogió las piernas. Sus sentimientos estaban tan a flor de piel que no era capaz ni de romper a llorar y sacar de dentro todo lo que tenía. 



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