30 de agosto de 2011

Hoy he vuelto a nadar después de mi "apoteósico final"; y, ¿sabéis qué? Lo he hecho con ganas, tranquila...disfrutando como siempre lo he hecho. De saber que nadar me gustaba, sin presión, sin nada ni nadie que me diga: "hay que llegar a lo más alto". Y muchos diréis: "pero si es ella la que quiere eso(¡!)" Lo sé, pero...¿sabéis lo que es el miedo a defraudar a alguien? ¡Peor! ¿El miedo a defraudarse a uno mismo? Hay veces que no se puede evitar, eres así y punto.
Pero en ese "apoteósico final" la vida me ha demostrado que cuando caes y no tienes fuerzas para levantarte, siempre, ¡SIEMPRE!, hay alguien ahí para ayudarte a que te levantes, ya sea con un beso dulce, con un abrazo fuerte, con una sonrisa que no se puede describir de lo hermosa que es o la gracia de alguien que sólo quiere verte sonreír porque sí, porque hay muchas cosas en la vida por las que vas a  volver a caer y por las que hay que volver a levantarse.
Y es verdad, hay que mirar hacia delante, pero yo me quedo con eso, con dos personas especialmente que en ese momento no dejaron que me hundiera, no dejaron que llegara a soltar ni uan sola lágrima de impotencia, que me animaron de verdad. Y es que, cuando menos te lo esperas, las personas que más te queiren, demostrándolo más o menos (cada uno a su manera) están ahí.

1 comentario:

Jose González dijo...

Hombre yo te lo repito siempre... no te agobies chiquilla! xD